Esta propuesta parte de la pintura The Heart of the Andes (1859) de Frederick Edwin Church. En el siglo XIX este artista viajó al Ecuador y realizó estudios in-situ de las montañas de esta cordillera. Después de su viaje y basado en estudios, Church pintó el Chimborazo, y posteriormente el Cotopaxi en 1862, siguiendo el estilo romanticista de la época. Su práctica pictórica fue fuertemente influenciada por la lectura de Cosmos (1845) de Alexander Von Humboldt.
Tomando la referencia de ambas pinturas, mi propuesta trabaja alrededor de la idea de “estudios previos”. Tales estudios se han realizado traduciendo la representación del paisaje a medios tradicionales y a nuevas tecnologías. Es así como, las obras buscan generar una reflexión sobre nuestra relación actual con el paisaje, con el arte y con los medios por los que se lo consume.
Estudios sobre El Corazón de los Andes
A partir de la primavera de 1859 se comenzó a mostrar El Corazón de los Andes de Frederick Edwin Church a un numeroso y embelesado público en Nueva York, varias ciudades de los Estados Unidos y Londres. Hasta entonces no se había dado una sensación tal en la historia del arte norteamericano, un éxito sin precedentes que llegó a convertirla en su pintura más influyente. Se estima que el día del cierre de su exhibición en Manhattan circularon por la Ten Gallery más de 6,000 personas que pagaban 25 centavos por verla, muchas de ellas usando binoculares de ópera para gozar de los pequeños detalles y la exuberante vegetación.
El llamado evocativo de los viajes de Humboldt a comienzos del siglo XIX tuvo una resonancia particular en Church, que se erigió como su más conspicuo discípulo-artista, habiendo producido un excepcional repertorio visual de primera mano que daba cuenta del ánimo que insuflaba el naturalista alemán en los pintores. El mismo Church reivindicaba ser el “Humboldt artístico” del nuevo mundo. El Corazón de los Andes es el summum de una era donde por lo menos 30 artistas-exploradores viajaron a los trópicos en busca de escenarios exóticos, alentados tanto por el espíritu explorador de las décadas previas como por la narrativa edénica que configuraban los paisajes del sur del continente: los dos viajes de Church al Ecuador (1853 y 1857) se han enfocado como una búsqueda del paraíso en la Tierra, siendo el subcontinente -en la mente norteamericana de aquel entonces- una representación del mundo como existió en sus orígenes. Curiosamente, como fin metafórico al romanticismo de tal empresa, hacia fines de aquel 1959, se publica “El origen de las especies” de Darwin, que supone un lento adiós a aquellas creencias y el afianzamiento definitivo de la teoría científica y su secularización.
Algunos historiadores hilvanan una relación exagerada entre la “fascinación pictórica” de paisajes como los de Church y el afán de “expansionismo territorial” estadounidense. Siguiendo este hilo se puede inducir a enfocar la investigación de Gonzalo Vargas bajo la abusada lente académica de la lógica decolonial, pero aquello sería empequeñecer de manera egoísta su trabajo reduciéndolo a un proyecto intelectualoide. Yo me quedo con el franco goce que genera la calidad de sus imágenes y el transparente asombro que transmite su mirada. Si hay algo que motiva a Vargas a seguir las pistas de exploradores del pasado esto parece ser el perseguir el deslumbramiento en sí mismo, un móvil desprovisto de cinismo, empeñado en re-interpretar/re-crear la maravilla del acontecer primero que suscita todo encuentro y hallazgo. El lúdico diálogo que provocan estos “estudios” centrados en los volcanes Chimborazo y Cotopaxi, y el contraste significante que logra entre herramientas de representación y tecnologías del presente y el pasado, permiten preguntarnos por cuestiones que habitan en otro plano de la experiencia humana y que, tal vez, aún quedan por descubrir.
Rodolfo Kronfle Chambers
Cuarentena 2020
Cuarentena 2020
Estudios sobre el Corazón de los Andes, 2020.
Vistas de la instalación en N24 Galería de Arte, 2020.